sábado, 17 de mayo de 2014

La carta de Antonio.


Me reafirmo, soy un tipo con suerte, la cantidad de cosas que me han pasado desde que un día me puse unas zapatillas y me puse a desgastarlas ha sido tal que la cosa ha ido mas allá de lo deportivo: he conocido mucha gente, muchas experiencias, me he hecho viejo, han pasado los años, han crecido mis hijos, mi familia ha ganado en trienios y otras varias más, pero hace unas semanas todo se superó al conocer a Antonio.

Estaba editando el blog cuando me leí un comentario en una de las entradas de "La Carretera de la Muerte", firmaba Antonio y simplemente decía: "Nací en 1932 y yo estuve allí". Al leer aquellas palabras y sin pensarlo le escribí un correo y le ofrecí este humilde rincón de internet por si quería contar mas cosas.

Cada vez que escribo un correo electrónico siempre incluyo al final mis datos y entre ellos está mi teléfono, se hace de una manera automática y Antonio lo utilizó para llamarme, tras varios intentos tanto de su parte como por la mía contactamos y hablamos.

Antonio tiene 82 años, vive en Francia, y lleva allí desde los quince, Francia le ha dado todo pero no pierde contacto con la tierra que le vio nacer y sigue todos los temas importantes que nos afectan por aquí, tiene una hablar pausado y con un ligero acento francés que lo hace entrañable, me contó como con esfuerzo y siendo un autodidacta consiguió abrirse un futuro en esa tierra gala, pero lo que más me impresionó fue cuando empezó a hablarme de su experiencia en la carretera hacia Almería, lo tenía escrito, tiene escritas muchas cosas porque no quiere olvidar y me las leyó, debo decir que cuando se escuchan historias en primera persona siempre resultan interesantes pero en este caso fue algo conmovedor y a la vez espeluznante. Al terminar de leer sus notas charlamos y me ofrecí a publicar en este blog todo aquello que quisiera y quedó en mandármelo por escrito, por carta, por correo postal, el de siempre, el de sello y papel.

Recibí la carta a los pocos días, con una caligrafía impresionantemente bella contaba con sus palabras esa experiencia tan horrible que tuvo que pasar con tan pocos años de edad en medio de un país que se enfrentaba consigo mismo por todos los rincones, algo horrible, pero todo contado por él cobraba mayor realismo y yo que he escuchado su voz y hecho el recorrido en dos ocasiones llego a verlo en mis pensamientos.

Os transcribo la carta tal como él la ha escrito, creo que es un documento del que tenemos que sacar muchas conclusiones, pero la principal es que no vuelva a ocurrir.


Javier: Le envío este resumen de la Huida de Málaga puede ponerlo en el blog, publicarlo o hacer lo que quiera.
No hay ningún dato que pueda comprometer a nadie.
Estoy a su disposición para toda información de aquí o de allá o para lo que necesite.
Soy ya un viejo, tengo 82 años, autodidacta, y hasta ahora bastante activo.
Los problemas actuales tanto económicos, como sociales, e incluso ecológicos nos interpelan.
Hay cosas que nos preocupan.
Un abrazo y hasta la suya
Antonio


La huida de Málaga (1937).

1ªparte

Vivíamos en una casita de campo, yo tenía cinco años (soy del 6 de enero de 1932), veo que mi padre carga unos cuantos sacos de ropa en la mula, y creyendo que íbamos a estar pocos días ausentes, descarga uno para que lleve menos peso.
Emprendimos el camino: mi padre (34 años), mi madre (25 años), mi abuela materna (62/64 años) y yo, atravesamos muchos campos, praderas, por una noche estrellada como son las noches de Andalucía. Buscábamos la carretera de Marbella.
Pasamos por un cortijo, propiedad de un hermano de mi abuelo; éste les dijo a mis padres: " Adonde vais con un niño tan pequeño, un viaje tan aperreado, dejármelo a mi hasta vuestra vuelta" (era un matrimonio sin hijos) mis padres no consintieron y continuamos los cuatro para adelante.
Llegamos a la carretera, de un lado el monte y al otro lado el mar.
Me acuerdo de los nombres de algunos pueblos: Salobreña, Jerga, Motril pero no sé si los digo en orden.
Se oían niños que se habían perdido y llamaban a sus padres; he oido referir que una mujer que llevaba un niño de pañales (un bebé) había perdido el niño y le quedaban en los brazos nada más que los pañales.
La huída duró ocho días con ocho noches.
Yo iba montado en la mula, y mi padre me había amarrado, porque al volar los puentes la mula se ponía de pié y podía dejarme caer.


2ªparte

Uno de los puentes estaba completamente volado algunos se echaban al mar, dos de mis tios que sabian nadar salvaron algunas personas.
Nosotros veníamos detrás, un capitán de aviación se acerca a mi padre pistola en mano y le dice: "una bomba ha caído cerca de mi mujer y no puede andar, si usted no la monta en la mula o si no la ayudáis; lo mato aquí mismo".
Mi madre y mi abuela le dieron cada una el brazo para seguir la marcha - y entonces el capitán nos hizo retroceder algunos metros (50, 100 no sé exactamente) y nos indicó una trocha en la montaña para pasar al otro lado del puente - para los que creen en los milagros éste puede ser uno.
Una noche parece ser que mi padre no sentía los pasos, ni los de la mula, y se dió cuenta que la carretera estaba llena de cadáveres, al lado había algunas casas y preguntó a un hombre que se encontraba no muy lejos: ¿qué es ésto? ¿No vé Vd?, le contestó, ¡la carretera está llena de muertos hoy ha habido un bombardeo enorme!
Lamento no poder dar detalles concretos, pues a esta edad, guardo algunos recuerdos, imágenes, pero me faltan los elementos: fechas, lugar, etc... sé que mi madre pidió pan a unos soldados republicanos para comer mi padre me ha recordado ya en Francia lo que yo le decía durante la huída y que yo había olvidado "Papá yo estoy muy cansado, no puedo más, déjeme aquí solito, yo soy muy pequeño, a mi nadie me hará nada"


3ªparte

Descansamos al interior de la verja de un hotel transformado en cuartel para las tropas republicanas, con mantas se hizo una especie de tienda de campaña.
Algunos militares preguntaron si se le quería lavar algunas prendas así es que mi madre y mi abuela se pusieron a lavar en un riachuelo - los militares nos traían comida - y a mi me llevaron a la cocina para llenarme un jarrito con chocolate.
En Almería entramos en un refugio para librarnos de los bombardeos = por primera vez vi la luz eléctrica
Despues vivimos como refugiados en Jaraco y Arafar (provincia de Valencia) y Darro (provincia de Granada) En este último pueblo llego el final de la guerra, el cuartel ocupado por los republicanos - fue recuperado por los nacionales.
Y retorno a nuestro pueblo.
Esto ultimo esta muy resumido pues tengo muchas paginas escritas.
Hemos estado mucho tiempo sin poder hablar.

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